lunes, septiembre 22, 2014

A Alicia Llácer

Se fue con la elegancia de una hoja de otoño,

como vivió entre nosotros,
como vivió entre nosotras.

Llegará un viento de invierno
que se atreva a preguntarnos por su ausencia.
No sabremos qué decirle:
se fue antes de los fríos y los abrazos,
antes de las derrotas y las despedidas,
de las confesiones y las victorias.

Llegarán tormentas que iluminen por segundos
su presencia perdida,
sus ojos sabios, su voz templada más allá de los ismos.
Serán chispas de astuta inocencia.

Alicia, nombre de niña,
reina de las mujeres del otro lado del espejo,
de los espejos fantásticos del país de los corazones.

Añoraremos su gesto dulce y seguro
y la cadencia serena de su discurso
y el sarcasmo en la fingida incertidumbre de sus pasos.

Se fue con la prudencia de los grandes,
se dejó llevar por una ráfaga de otoño,
como una hoja de roble dorada

que traza en el cielo su último adiós.