miércoles, febrero 28, 2007

EL ESQUELETO DE UN ARBOL

Extendiste tu espuma entre mis ramas,
me querías.
Se me escapó tu esencia,
me recorrió los sueños
y aún así
la verdadera savia de tu tiempo
no pudo empaparme.
Me secaba.

Me ha traspasado un siglo
hasta que comprendí lo que pasaba:
tenía enterrado un sueño en mi pasado,
en mis raíces,
que vivía de mi sangre y me vaciaba.

Cuando entendí que el sueño estaba muerto
de puro olvido,
me modelé dos manos con el barro
que con tu espuma antigua
se formaba.
Las coloqué en la punta de mis ramas,
y con ellas
desenterré yo misma mi tesoro.

Pero en un cofre negro
ya marchito
solo encontré un espejo carcomido,
y al intentar limpiarlo
se me quebraron, secas, las dos manos.

jueves, febrero 22, 2007

LOS SENTIMIENTOS

Tus ojos se iluminan
como las estrellas
el día de los deseos.

Tus manos me dan diamantes
azules y blancos,
nada más que nada menos.

Tus pies son supremos.

Tu boca habla al revés.

Tu pelo es de oro
y tu corazón está lleno de flores.

El marco de tu foto
me ilumina el corazón.

LA TIERRA

El cielo es blanco y negro.
Tu falda se diferencia por su color de colorines,
como un patinete que tengo yo,
nada más que alas de hada,
y nada menos.

Las flores bonitas y de colorines.
El campo es fresco y húmedo.
Mi burro tiene los ojos como Platero,
Juan Ramón Jiménez me hizo que mi imaginación volara.
Tulipanes negros son preciosos,
algunas veces me doy por oso.

EL DINERO

Tele de plasma,
gato de piel,
estas palabras
las veo al revés.

Gato de piedra,
ciruela de miel
y todo esto
lo veo muy bien.

Por fin ahorro
mucho dinero,
compro cosas
sin ir al cajero.
Me voy a las tierras
del dinero.

martes, febrero 06, 2007

MURRUCUMÚ

La vaca Murrucumú
estaba murucumada de un murrucumito.
Aquel día Murrucumú y Murrucumito
se encontraron una lámpara,
pero no se pusieron muy de acuerdo.
Murrucumú decía que era un estanque
y Murrucumito decía que era su mundito.

Murrucumú y Murrucumito
acostándose tempranito
ya se han dormido.
Y ya no hay más poesía
que han consistido.

CECILIA

Aún recuerdo tu voz al pronunciarme,
aún recuerdo tu olor
un poco agrio,
se hacía más dulce con cada caricia.
Recuerdo tu voz penetrándome con cada sílaba,
Cecilia, me decías con tu cadencia,
con tu acento sin ce,
Cecilia, con dos eses,
“Çeçilia”.
Y mi piel se erizaba
al oír el roce de tu lengua.
Y tu olor me penetraba hasta los poros
para salir de mi de nuevo, aún más dulce.

No existían las manos todavía,
sólo tu voz y mi gozoso lamento,
sólo nuestro dulcísimo olor un poco agrio.

Y después todo iba surgiendo,
de tu voz, de mi lamento,
del fermentado aroma que nos nacía.
llegaron tus manos, tus muslos,
llegaron urgencias aplazadas,
sabores imposibles
y tu lengua,
que ya no me pronunciaba.

………..

Hoy tu voz, sin previo aviso,
ha vuelto a erizar mi vello.
Cecilia, me has dicho, como si me hubieras visto ayer.
Y yo me he quedado inmóvil, todo mi cuerpo en alerta.
“Çeçilia”.

He colgado el teléfono
por temor
a que fuera un sueño.

Y ahora está sonando otra vez
con tu voz, con mi nombre,
esperándome dentro.

Quisiera entrar ahí.
No descolgarlo.
Meterme agazapada
en la cueva de tu voz,
junto a tu aroma,
junto al roce de tu lengua al pronunciarme,
volver a ser Çeçilia con dos eses,
entrar ahí a través del tiempo,
ser sólo un nombre,
sólo la Cecilia de tu boca por un momento,
sólo por un momento,
sólo hasta que el teléfono deje de sonar.

MUSGO EN EL MERCADO

Entre el cuerpo indefenso de un molusco
y la sombra de un hombre desgraciado
ahí me encuentro ni triste ni mojado
hay quién piensa que es eso lo que busco.

No es verdad: ahora estoy buscando musgo,
hace poco lo había por todos lados,
dice Adela que lo hay en el mercado,
dice Adela que yo siempre me ofusco.

Busco musgo, me ofusco, estoy helado,
soy molusco indefenso en un mercado.
Me refugio en el carro de una vieja,

y ahí me encuentro, ni solo, ni aceptado,
ni capaz de salir, ni desgraciado,
como musgo en la arruga de una almeja.

MOTITAS NEGRAS

Marina miraba los ojos del puente
que se hundía,
No lloraba.
Marina tenía en sus ojos
motitas negras que bailaban.

El puente le habló.
Se hundía porque el agua
empujaba con fuerza sus pestañas,
Y una a una
iba perdiéndolas en el agua.
Las pestañas bailaban en el río
como motas negras escapadas.

-¿Porqué dejas que se escapen?
-Me gusta ver cómo bailan.
-Te hundirás si dejas que se vayan.
-Me hundiré con ellas, seré su mirada.

Marina lloró.

Sus motitas dejaron de bailar
para esconderse
entre sus lágrimas.
Luego las vio de nuevo
bailar con las pestañas.

Bajo el agua.

HOY LA LUNA ESTÁ TRISTE

“Hoy la luna sonríe aunque está triste”,
Me dijiste tú ayer sin darte cuenta
De que hablabas con ojos de poeta.
Me soltaste aquel verso y luego fuiste

Otra vez al regazo de tu padre.
“Voy a hacerle a mamá un guarda-poesías”,
Escuché, creí oír, que le decías.
Y lo hiciste: sólo un verso más tarde,

Me trajiste una cajita alargada,
Recortaste rectángulos pequeños
Su tamaño: los versos que inventabas,

Allí mismo mezclamos arte y sueños
Y entre aquellos poemas que guardabas
mi tristeza buscaba un nuevo dueño.

UN INSTANTE

Un instante, nada más,
necesito un instante,
pero el tiempo se esconde en los relojes.

Tal vez mañana.

Mañana será otra vida.
La mía quizás,
mi vida escondida en mí,
como un segundo escondido tras la aguja,
esperando.

Esperando ese instante.
Un instante, nada más.

UN CALCETÍN OLVIDADO

Esta casa está llena de poemas:
ayer mismo encontré en la lavadora
un calcetín desolado.
Tenía lágrimas,
los hombros apagados,
un agujero muy grande
y un temblor
en el color morado.

Su pareja estaba muerta
hacía al menos dos lavados
y él se había escondido ahí
entre el tambor y los aros.

Un calcetín sin pareja
es como el azar sin dados,
como un hombre sin perfil,
como caricias sin manos.

Como un poeta que pierde
las palabras
y que intenta renacer
de un calcetín olvidado.

PALABRAS PERDIDAS

Hoy presiento haber perdido una palabra.
Paseaba por la acera y de repente
un temor, un resplandor del inconsciente,
la certeza de que hay algo que no cuadra,
un tremendo malestar justo en el habla,
ese pánico a saber que no me entienden,
a ser llama, a molestar, a ser hiriente,
por decir que se ha perdido una palabra.

Anostalsia, desereza, nisba, intierno,
resandarse, desleer, andalia, hombrero.
Imposible revolver el vertedero
de palabras condenadas al infierno.

Es mejor no decir nada, ser un mero
paseante que ha perdido el mes de enero.

INVIERNO

Hace frío y tú te apartas.
El invierno nos vacía de razones,

todas mueren o se esconden. Las pasiones
se hacen tristes y la niebla se detiene,
hay estrellas que se alejan y tú tienes
una vieja colección de confesiones.

Hay un hueco en mi despensa, un agujero
rodeado de caricias. Ahí me escondo
y ahí espero. Si me muevo se hace hondo
y si no se vuelve acero. Yo me quiero

despertar en primavera. En el fondo
solo espero que despiertes tú primero.